La saliva es un líquido cristalino y viscoso que se forma en las glándulas salivales de tu boca. Conocido de manera coloquial como baba, está formado por multitud de elementos como las enzimas, los carbohidratos o los aminoácidos, pero su principal componente es el agua, que engloba alrededor del 95% de su composición.
¿Para qué sirve la saliva?
La saliva juega un papel esencial en tu vida diaria. Una de sus funciones más importantes es la de favorecer una digestión eficiente; gracias a ella asimilas mejor los alimentos que masticas e ingieres.
También se hace cargo de activar en tu lengua el sentido del gusto, que te permite distinguir el sabor de cada uno de los alimentos.
La saliva también es un indicador de gran importancia cuando tienes sed, pues si su producción no es la correcta (a diario fabricamos una media de litro y medio) tu organismo se pone en alerta, con tal de evitar la deshidratación.
Por otro lado, este fluido rico en proteínas con el que te has acostumbrado a vivir, se encarga de normalizar el pH neutro – que produce la acidez de los alimentos – gracias al bicarbonato y el fosfato que contiene, así como también cuida de tus dientes manteniéndolos a raya contra las bacterias.
Pero espera, ¡aún hay más! Es un potente analgésico y bactericida que, además de proteger tu boca de posibles infecciones y ser el lubricante ideal para que tu voz pueda pronunciar de forma efectiva las palabras, cura heridas rápidamente sin producir ningún tipo de cicatriz. Es por esta razón que las heridas que se producen en la boca necesitan mucho menos tiempo para curarse, que las que se producen en cualquier otra parte de tu cuerpo.