«Por comer lo que no toca» será la primera respuesta que te vendrá a la cabeza. Efectivamente este factor influye, así como la medicación, el estilo de vida… La responsable directa de este cambio es una hormona llamada leptina (del griego «leptos», que significa delgado), que fue descubierta en 1994 por el especialista en genética molecular Jeffrey Friedman. Cuanta más hay en la sangre, más saciada/o te sientes y más energías gastas. Pero ojo, que las personas obesas son resistentes a su influencia y tienen hasta cuatro veces más leptina que el resto.
Esta hormona es producida por unas células llamadas adipocitos: cuanta más grasa hay en ellas, más leptina se segrega. Es una especie de guardiana que vigila que el organismo contenga la grasa justa y mantiene alerta al cerebro, que si a través de la sangre recibe demasiada leptina, activa mecanismos que frenan tu apetito. ¿Por qué se engorda entonces, si nuestro organismo cuenta con este sistema? Porque puede alterarse por factores externos como el estrés, la deficiencia de cinc o el drástico descenso de peso.
Para evitar engordar te conviene por tanto aumentar los niveles de esta hormona, siguiente una serie de hábitos como:
- Añadiendo a tu dieta legumbres, huevos y otros alimentos ricos en cinc.
- Consumir pescado azul, nueces, almendras y otros alimentos que contengan ácidos grasos omega 3, que incrementan la sensibilidad a la leptina.
- Dormir lo justo y necesario, ya que un estudio de la Universidad Laval (Canadá) reveló que dormir menos de 7 horas o más de 9 provoca la disminución de esta hormona.
- Practicar técnicas de relajación que reduzcan la ansiedad y el estrés, como puede ser el yoga.
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